Seis y media termina la jornada, al contrario de mis compañeros de irme no tengo ganas para nada, ella me espera en casa congelada. El cansancio obliga mi retirada, pero el camino me recuerda: - "allí te espera ella, atrincherada para atormentarte con su silencio imponente, gélida, torturadora, arrogante, agrandada, controladora y callada". Llego y cuál emboscada la siento abalanzada, suelo fingir que no me importa pero ella ignorada, ni perezosa ni corta, en gélida celada mi lucidez acorta. Me grita sin palabras que busque alguien más, "LA VIDA ES CORTA", ( ¡Es el colmo, ni ella me soporta! )... me envuelve me hipnotiza, enviciante mi respirar acorta dejando dejando mi alma, a ella encadenada y me transporta. ¡No sé ve pero se nota!, sus torturas me atontan, me asustan pero me imagino sin ella y no me gusta, soy adicto a su silencio, su sumisión astuta ante mis actos, la libertades que me otorga como regalos ingratos, su vacío que me envicia, que me endulza. Cal